antepasado remoto, que se fue transmitiendo. Hasta que mamá lo
llevó a cabo.
No eran muchos, sino mas bien pocos. Con un ala en la frente,
y otra en la cola, agallas, y en el pecho transparente el corazón
como una turquesa, alcohol ardiendo.
Su silbido helaba la sangre. Iban a las ramas y los alféizares.
Venían vecinas a pedir huevos de dragón.
Venían vecinas a pedir hijitos de dragón.
No recuerdo bien si ponían huevos o acunaban sus crías en el
vientre.
Sé con más exactitud lo que ellos provocaron con sólo su
presencia : una luna perpetua y negra. Y varias filas de claveles
aterradores.
Mi madre ,los alimentaba, echándoles huevas, platos de moscas,
y criáturas recien nacidas, de la familia, de los criados, cuando no
se tenía mucho interés en que creciesen.
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