como podré decirte que no hay muñecas ni árbol
ni casa de techo rojo ni ventana de cortinas con pintas
ni lago con patos ni bosque ni sombra de sauces
ni moscas en los higos ni pinocha bajo tus nalgas
ni aguas saladas ni dunas tras el pasto
ni piedras rosadas ni frescor de zanjas
ni silencio de clausura frente a la costa ni grillos
ni viejos cuartos misteriosos ni perfumes dulces
ni siestas
ni sol espejado en muros
ni bicicletas ni blancas sonrisas ni pan con manteca
ni camisones de franela ni manos ajadas
ni plegarias ni ruda ni cama blanda
ni rodillas sucias ni helados de chocolate
ni saliva ardiente ni sudor de escondidas
ni sombras de palmeras ni madreselvas
ni guaridas de hojas ni baldosas incendiadas
ni secretos volátiles ni pezones carozos
ni tersa conchita de durazno
que te resguarden del asesino
niña
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